Con esto no quiero decir que todos nuestros padres y madres se hayan sentido culpables al saberse en estado de concepción, no, esta culpa viene de antaño, de cómo los seres humanos hemos ido evolucionando y creando una sociedad en la que debes estar a la altura de la comunidad para ser aceptado, sin dejar que nos aceptemos a nosotros mismos tal y como somos, con nuestra propia esencia, amarnos por el simple hecho de estar aquí y tener la oportunidad de crecer y evolucionar libres y desprendidos.
Culpa que se va acrecentando
según vamos creciendo, cuando no nos aceptamos por nuestro cuerpo, por nuestras
ideas, por nuestra forma de comer, beber, hablar, por no ser lo que la sociedad
espera de nosotros, etc…, miedo a ser excluido del grupo y haciendo crecer nuestro
ego, ya sea como víctima o verdugo, escondiendo nuestros sentimientos y creando
a nuestro alrededor unos nudos de
vida que nos hagan mantener la apariencia que queremos que vean los demás,
disfrazando la frustración y desilusión con lo que sea que pueda hacernos
parecer felices, ya sea dinero, buenos coches, casas, etc…, y manteniendo esta
forma en las siguientes generaciones.
Con esta técnica trabajamos esa
parte del inconsciente que nos hace sentir culpables, descodificando el bloqueo, desencadenandonos y comenzando a aceptarnos y amarnos a nosotros mismos. Cada paciente lleva su
ritmo y los cambios son paulatinos, con el tiempo que necesite cada uno de
ellos para ir incorporando los cambios a su vida.
Como terapeuta, me gustaría dar las gracias a todos y cada uno de mis pacientes y alumnos, porque esta técnica no solo trabaja en ayudarlos a ellos, también trabaja sobre mí, cada una de las sesiones y talleres que realizo, es una puerta abierta que hace que yo misma me conozca mejor, aceptándome y aceptando a las personas sin juzgarlas, solo comprendiendo mis limitaciones y vaciando la mochila de creencias y patrones, creciendo juntos. Gracias.
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